Tardo a reconocer la rubrica debajo del convencimiento de que el verano pueda llegar. Mientras a mi lado, el contenido del vaso se evapora satisfactoriamente. Tamborileo en espacios mojados entre las hormigas en la mesa. Las hormigas danzando y huyendo al caer de mis dedos me recuerdan dados de otros tiempos.

Levanto la mirada y veo una nube y un viento. Todo lo demás azul. Voy bajando la mirada y en balcones de Diógenes veo demasiadas ropas de colores secando. Como el contenido del vaso. Que no toco. Bajo más la mirada y veo en la acera, cera. Y por estar con los demás me aventuro a tener un recuerdo de ti. Sí, de ti, quien seas, que estás leyendo. Ya me parece suficiente milagro que estés aquí. Y por eso te recuerdo. Tus ojos atentos y tus buenos modales. El sonido curioso que hace tu respiración y el poco espacio que ocupas cuando estás en tranquilidad.

No hay muchas posibilidades de que se acabe el relato con algo de cordura. Lo que sí hay es un afán de transformar un callejón en una rampa.

A %d blogueros les gusta esto: