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Se despliega ante la mirada
Infinita planicie de pensamientos
La observo agazapado
Siento su respiración
Como se mueven las máquinas
Para que ella dé un paso lentoEl deseo de los que la navegan
la sostiene
Ellos se mueven como las hojas
Las joyas de los árboles
Meciéndose con el viento
Impotentes ante su ronroneoSólo el rey y el hombre
En la puerta del supermercado
Se percatan de sus horizontesEso y pequeños pájaros
Preñados de sí
Que sobrevuelan su dorso
Y rascan sus pescuezos
Contra una hoja de olivo
El espacio público se ocupa de sí mismo. Sus restricciones son un retrato del inconsciente colectivo que representa.
En este contexto tanto el propietario como el atracador son víctimas de un mismo proceso social. Uno engañado por la provisional seguridad de la propiedad y el otro equivocado por el antagonismo al que no puede acceder.
Ambos similares dejándose llevar por un estado de cosas fragmentado, convencidos de su papel y ciegos a la profunda hermandad que los une, aunque sea como contrincantes. Aunque sea sobre la base de la que disienten.